El ser humano es una especie social más por obligación que por elección. Está claro que solos no hubiéramos podido sobrevivir al planeta. “El otro” está desde siempre cumpliendo funciones necesarias para nosotros: en los orígenes como sostén; y en el desarrollo, como modelo, adversario, amigo, compañero, complemento, etc.
Y como seres sociales que forzosamente somos, hemos tenido que ceder un trozo de nuestra preciada individualidad por un trozo de preciada seguridad. Es por eso que el vínculo con los otros, generalmente, no fluye por su naturaleza intrínseca, sino que convoca (obliga) a ser gestionado.
En el ámbito laboral podemos decir que es excluyente el concepto de trabajo en equipo. Aún un proyecto unipersonal necesita de la colaboración de un proveedor, un cliente, un vecino.
Si trazamos una línea histórica, vemos que ya en la antigüedad el hombre trabajaba en grupo para alcanzar mayores resultados que con sus capacidades individuales. Sin embargo, fue en la Modernidad, tras la aplicación del concepto de “sinergia” de la física a los recursos humanos que se concluyó que la riqueza productiva de la masa humana reside en la construcción de vínculos interdependientes y cooperativos entre sí, con objetivos comunes a alcanzar, es decir, en la conformación de equipos de trabajo.
Hoy ya son innumerables los resultados exitosos y visibles alcanzados por las organizaciones que han dedicado tiempo y recursos para potenciar la conversión de sus grupos de trabajo hacia la conformación de equipos de alto desempeño, siendo el Team Building una de las herramientas centrales en la consecución de estos fines, por su alto impacto en la construcción, fortalecimiento y motivación de los equipos humanos.
En general, las dinámicas de Team Building son actividades lúdicas cuyo objetivo principal consiste en la mejora del rendimiento de un entorno basado en el equipo de trabajo, buscando como eje central la optimización de los niveles de motivación, el clima intra e intergrupal, así como la capacidad creativa e innovadora en la búsqueda de soluciones conjuntas.
El Team Building, además de potenciar la eficacia de los equipos de trabajo, mejora la cohesión y la confianza entre los miembros. Asimismo, fomenta mediante la práctica, la empatía y la valoración del otro desarrollando estrategias que permiten minimizar el hábito del individualismo a partir del aprendizaje interpersonal.
Entonces frente a las preguntas: ¿vale la pena invertir tiempo y dinero en actividades de integración, siendo una empresa chica? ¿Sacar a los empleados de su día a día de trabajo, sin que se recuperen después las horas ausentes? La respuesta es: SÍ, LO VALE Y MUCHO. Al hacerlo se verá que la productividad será superadora en los días posteriores, que el clima mejorará así como la sinergia entre los sectores, y habrá mayor apertura a los cambios. La gente sentirá más “calzada” la camiseta de la empresa, tras sentirse valorada por sus superiores.
Estas actividades son bases fundacionales para la profesionalización y consolidación de los equipos de trabajo de alto rendimiento, no importa el tamaño de la empresa. No hay que ser una empresa grande para acceder a estos resultados, sólo importa ser una organización que quiera que las cosas salgan mejor de lo que salieron hasta ahora, motivar a su gente, sacarlos del del estancamiento y la baja productividad.