DEL HOMO SAPIENS AL HOMO SPIRITUALIS
El siglo XXI, con el desarrollo de las Neurociencias y el inmenso avance de las tecnologías en materia de imágenes, culminó con el viejo debate: Materia vs. Espíritu.
Hoy se entiende que ambas se relacionan en el mismo plano; la materia cerebral produce espiritualidad, y la espiritualidad activa estructuras cerebrales alojadas en el sistema límbico, próximo a las emociones.
Desde allí es que se puede ubicar a lo espiritual previo al lenguaje, anterior al desarrollo de las funciones psíquicas superiores que destacaron al Homo Sapiens del resto de las especies.
La espiritualidad entonces se aleja de lo estrictamente religioso para comenzar a ser entendida como una facultad mental arcaica, responsable de la evolución de la especie humana tras la búsqueda de su trascendencia, y la construcción de nuevos sentidos y valores. Es esta necesidad de búsqueda la que abrió paso a la imaginación simbólica, la evolución del lenguaje y al crecimiento del cerebro humano, contrariando al concepto darwiniano de pensar la evolución como un modo de sobrevivir y adaptarse a las exigencias del entorno.
Es a partir de estos contemporáneos descubrimientos que el fenómeno espiritual pasó a ser considerado como un tipo de inteligencia junto al CI (Coeficiente Intelectual), asociado a la actividad racional, lógica y normativa; y la IE (Inteligencia Emocional), difundida por Goleman a mediados de la década del ´90, responsable de inscribir respuestas de dolor o placer y generar conciencia de sentimientos propios y ajenos. La Inteligencia Espiritual (Zohar y Marshall, 2001), IES, está asociada a la búsqueda constante de la trascendencia humana, que impulsa además procesos creativos, de creación de nuevos sentidos y valores.
La IES tiene poder de transformación, es quien posibilita la creatividad, la construcción de significados profundos, los desafíos de límites de sentido y la resiliencia frente al dolor.
La IES es responsable del tercer sistema de pensamiento, junto al intelectual y el emocional, que permite construir redes de significados y ampliar el sentido de la perspectiva en la solución de problemas. Responsable del origen de los sistemas de valores culturales, siendo estos frutos de su propia creación; fundadora de los fenómenos religiosos y del sentido de la trascendencia humana. Conformando además un tipo de inteligencia que activa en su funcionamiento a las demás, la CI y la Inteligencia Emocional posibilitando fenómenos mentales dinámicos e integradores.
DESARROLLANDO LA IES
Así como desarrollamos y potenciamos nuestro coeficiente intelectual y nuestra inteligencia emocional, la inteligencia espiritual también puede ser estimulada; desafiando los sentidos y valores profundos instituidos y construyendo nuevas redes de significados.
Los beneficios de una inteligencia emocional alta son:
- Mayor flexibilidad de pensamiento.
- Mayor conciencia de sí mismo y de los demás.
- Mayor empatía y capacidad de comprensión del otro.
- Mayor resiliencia frente a la frustración y el dolor.
- Mayor bienestar psicofísico.
- Mayores capacidades para inferir lógicas relacionales entre elementos, crear nuevas realidades y poseer una visión holística de las cosas en la resolución de problemas y la toma de decisiones.
La IES nos hace pensar al ser humano como un sistema holístico compuesto por cuatro elementos centrales, interdependientes entre sí: cuerpo, mente, emoción y espíritu.
EL HOMO SPIRITUALIS EN LAS ORGANIZACIONES
Los profesionales que transitamos las organizaciones reconocemos y tangibilizamos las crisis de paradigmas que vienen atravesando las PyMES posmodernas. Principios básicos como estabilidad, planificación, orden, organización, conocimientos técnicos, previsión, compromiso, responsabilidad, ya no bastan para adecuarse con efectividad a las exigencias de la montaña rusa de los mercados.
La humanidad transita una era plenamente globalizada e hiperconectada donde los límites de la identidad parecen difusos y los plazos de tiempo, instantáneos; donde el “todo” parece inventado y accesible a la mayoría, las exigencias de competitividad se encuentran desbordadas y donde ser visualizado dentro de una masa parece ser una misión imposible.
Esta nueva realidad pone en cuestión las posibilidades adaptativas del histórico Homo Sapiens, positivista y racional, dejándolo en una situación de desventaja absoluta, en un estado de salud de total agotamiento y estrés.
Estas nuevas realidades y la falta de recursos para abordarlas saludablemente nos invitan a pensar la necesidad de impulsar una reconexión del Homo Sapiens a su engranaje originario productor de sentido, la espiritualidad, promoviendo así la conformación de una nueva especie humana: el Homo Spiritualis. Esta especie parecería estar equipada para sobrevivir a los tiempos de incertidumbre, crisis y amenazas constantes, tanto en lo que a la naturaleza respecta, como a las construcciones sociales que nos regulan, ya que disponen de toda su actividad cerebral al servicio de la realidad, integrando en cada una de sus decisiones sus potencialidades racionales, emocionales y espirituales.
PsicoNeurOrganizacional: Una posible solución
En los últimos años, los motivos de consulta en el ámbito nacional de las PyMES, se han reducido a cuestiones adaptativas de exigencia del mercado, que ponen de manifiesto estructuras organizacionales añejas y demodé, causando serias trabas en el cumplimiento de los objetivos propuestos y en el establecimiento de vínculos saludables entre los equipos de trabajo.
Fueron varias y repetidas las consultas recibidas en mi consultorio al respecto durante estos últimos años. Y el discurso que se repite: “Invertimos recursos económicos diversos para intentar generar un cambio cultural y no tuvimos éxito”. Dando como resultado equipos de trabajo desesperanzados, descreídos y frustrados que resistían a cualquier intento de mejora posible, entre ellos mi labor. Fue allí cuando decidí incorporar herramientas de enfoques teóricos que promuevan el desarrollo de la inteligencia espiritual, poco convencionales en el ámbito de las organizaciones y de la psicología clásica, intentando establecer a partir de su aplicación una conexión individual de cada uno de los sujetos con su capacidad de sentido originaria, es decir el “Para qué” de su vida -existencia- rector de sus deseos y motivaciones profundas, y desde allí sortear fluidamente las resistencias que pretendían obstaculizar la mejora.
Asimismo, mediante la utilización de dichos recursos pretendí lograr resultados visibles en tiempos acotados adaptados a las exigencias actuales de los mercados. Utilicé para ello ejercicios de Mindfulness y meditación tibetana, explorando programas simbólicamente determinantes y aplicando nociones contemporáneas de la física cuántica, que ubican al pensamiento como creador de la materia: Realidad.
Los resultados obtenidos fueron realmente sorprendentes, el estado de conciencia logrado se mostró despojado de todo tipo de resistencia psíquica; los modelos mentales se presentaron con mayor flexibilidad y apertura; y los tiempos de insight se redujeron considerablemente, siendo más afines a los vertiginosos tiempos que corren.
Esto dio inicio al enfoque PsicoNeurOrganizacional que pretende acercar a las PyMES herramientas adaptativas para un próspero proceso de cambio de cultural, que adecúen sus proyectos a las nuevas exigencias de mercado, desde un enfoque holístico y sistémico, que integre en sus intervenciones a las tres inteligencias humanas: CI, IE, e IES. Para acceder a dicho enfoque solo es necesario “salir de la caja”, promover la apertura a soluciones desconocidas e innovadoras y confiar en que la respuesta de cambio está siempre dentro del equipo de trabajo, sólo hace falta encontrarla.