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Maradona, el líder más humano de todos

El Diego era un líder con todas las letras. Desde lo técnico, el más sabio y supremo de todos. Desde lo vincular, tenía una competencia única que debería sumarse al diccionario de competencias de liderazgo: la magia. Que poco tiene que ver con la motivación o con las habilidades sociales. La magia es aquella que te atraviesa el alma y te saca de la zona de confort con entusiasmo. La magia la transmite el líder con la mirada, la sonrisa y el ejemplo, convocando a ponerse la piel del objetivo a conseguir. Así lideraba Diego fuera y dentro de la cancha, así nos empapamos de su magia en cada uno de sus actos heroicos.

Ahora bien, siguiendo la metafísica: “A igual luz, igual oscuridad”. El Diego era un ser sensible, con baja estima personal y vacío espiritual. Un alma pobre, de evolución endeble y baja vibración. Necesitaba rodearse de excesos para llenar sus agujeros; generar discordias para ser recordado, rodearse de gente -aún toxica- para sentirse querido y reconocido. Temía que la gente olvidara lo grande que era y terminar solo. Maradona como líder sufría una de las patologías más comunes del Liderazgo: la soledad, patología que he certificado tras mi basta experiencia en Psicotécnicos y Coaching a Gerentes y Directivos. El líder se siente solo en el ejercicio de su rol, tiene la responsabilidad de responder por su equipo de trabajo en todos los sentidos y a todos los momentos. Y desde allí es que el líder siente la presión de estar full time proactivo para motivar al equipo, disponible para acompañarlo, flexible para cubrir sus baches, empático para abrazar sus angustias y celebrar las alegrías, racional para filtrar y neutralizar las tensiones, pedagógico para enseñar y potenciar el desempeño. Y toda esta presión de estar ciento por ciento entero para responder, por él y por su equipo, la vive solo. Y cuanto más arriba está, más solo se encuentra, porque se siente menos acompañado de “otros especulares” para reflejarse, compararse, encontrarse, compartir. Y muchas veces esa angustia de soledad deriva en exceso de alcohol o drogas o en el consumo de psicofármacos para manejar las ansiedades y la presión de la perfección, para lograr un buen dormir, para estabilizar el estado de ánimo. ¿Quién sana al que sana?; ¿Quién acompaña al que acompaña?

En este mundo exitista, donde todo tiene que ser perfecto para ser efectivo, nos olvidamos que los líderes son humanos, que sufren, se hartan, se cansan, se equivocan y por momentos fantasean irse a vivir a una isla desierta para que nadie les hable. Y eso no los hace menos líderes sino más humanos. Maradona fue como dijo Galeano: El más humano de los dioses y el más humano de los líderes.

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